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LA REVERENCIA EN LA IGLESIA

LA REVERENCIA EN LA IGLESIA

UNA GRAN NECESIDAD

Existe una gran necesidad dentro del pueblo de Dios de saber cómo espera Él que se conduzcan a la hora de congregarse. El Señor inspiró al apóstol Pablo a escribir a Timoteo que una de las razones por cuáles le escribía era para que “sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios,” 1 Timoteo 3:15.

Es fácil llegar a ser apáticos y tomar a la ligera la reverencia, pero para Dios es de extrema importancia. Una buena definición para “reverencia” es “cómo quiere Dios que nos comportemos.” Y una persona que aprende como conducirse para agradar a Dios en la Iglesia también agradará a Dios con sus acciones en su hogar y en todas partes.

Muchos han sido consumidos por el diablo al hacerles pensar que deberían conducirse en la Iglesia de la misma manera que lo hacen en casa; o porque ellos (y otros) se comportan mejor en la Iglesia que en su casa los hace hipócritas. Pero esto no es del todo cierto.

El plan de Dios es que aprendamos a conducirnos en la Iglesia y luego aprendados a agradarle con nuestras acciones en casa y en todos los demás lugares. Eso es, al aprender a agradar al Señor Jesús en la Iglesia traducimos entonces nuestras acciones de la Iglesia a todas las otras áreas de nuestra vida.

LO QUE LA REVERENCIA NO ES

Antes que veamos lo que no es la reverencia, primero debemos aprender lo que es la “Casa de Dios.” En el Antiguo Testamento la Casa de Dios (o Santuario) era el Templo, o el Espíritu Santo en el Templo. Este es el único edificio en todo el mundo y en toda la historia que ha sido designado por el Señor como la Casa De Dios.

Algunas veces nos referimos erronemante al auditorio de la Iglesia como “santuario.” Puesto que el Señor Jesús murió sobre la cruz, y el velo del Templo se rasgó de arriba a abajo, el único “santuario” en el mundo es el cuerpo del creyente donde mora el Espíritu Santo.

El edificio de la Iglesia no es el santuario; sino que es hecho santo por la presencia del pueblo de Dios y por el Señor Jesús Mismo, (“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Mateo 18:20). De hecho, el mensaje de 1 Timoteo 3:15 es de cómo debe uno comportarse en la casa en la familia de Dios.

Reverencia no es un formalismo rígido y seco. Muchos hay que piensan que entre más formal sea el servicio, más el ambiente será de adoración, y diseñan sus servicios de adoración en base al formalismo.

La Biblia dice que en los últimos días habría los “que tendrán apariencia de piedad,” pero sin poder, 2 Timoteo 3:5. Algunas iglesias afirman tener servicios formales en la mañana y servicios evangelísticos por la tarde. ¡Esto es un insulto a la Gran Comisión! Las iglesias formales acentúan su

aprecio por la música, las artes, la “cultura,” y por las cosas de la vida llamadas finas hasta que el Espíritu Santo es congelado: la Biblia no es predicada, el pueblo de Dios no es alimentado, y los inconversos no están sendo salvados.

Por otro lado, algunos neciamente piensan que no debiera haber un sistema en el servicio, que la gente pueda hacer ruido, moverse; los niños salir y entrar, hablar, escribir, etc., etc.

Al diablo le gusta tomar estas cosas y usarlas para distraer a la gente, para que no escuchen la Palabra de Dios ni al Espíritu Santo que trata de obrar en sus corazones.

¡Es un pecado para los padres dejar a sus hijos malcriarse e interrumpir el servicio de adoración de Dios! Mire lo que hizo el Señor a los dos hijos de Aarón por ser irrespetuosos, Levítico 10:1-3. Todos los padres debieran darse por advertidos. ¡Los hijos debieran ser enseñados desde edad temprana a cómo conducirse en la Iglesia!

LO QUE SI ES UN SERVICIO DE ADORACION

Primero, el pueblo de Dios debe hacer todo esfuerzo por saludarse y tener compañerismo unos con otros antes y después de cada servicio. Esto no se podrá hacer si usted llega de carrera y a último minuto cuando el servicio se ha terminado. Cuando usted, debiera salir a dar la bienvenida a los visitantes y hacerlo sentir como en su casa, recordando que “algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles,” Hebreos 13:2.

Segundo, usted debe cantar con gozo con todo su corazón y entusiasmo. Es pecado hacer algo a medias por el Señor, incluyendo el canto. Nehemías 12:42 dice, “Y los cantores cantaban a alta voz, e Izrahías era el director.”

Tercero, debemos estar atentos. La mayoría de la gente necesita “tener tranquilidad,” 1 Tesalonicenses 4:11. Muchos no saben como estar quietos y escuchar durante las varias fases del servicio.

Cuarto, debemos mostrar el más profundo respeto por la lectura y la predicación de la Santa Palabra de Dios.

Cuando miles de judíos regresaron de los 70 años del cautiverio de Babilonia para reconstruir el Templo y Jerusalén, todos se congregaron en cierto día (incluídos niños mayores que podían entender) y Esdras el escriba les leía la Ley de Moisés.

Habían construído un púlpito para Esdras, y cuando él se paraba y abría la Biblia toda la gente de pie mostraba respeto por la Palabra de Dios hasta que Esdras terminaba de leer los cinco libros, desde Génesis hasta Deuteronomio. Tomaba todo el día, sin embargo toda esta gente de pie se mantenía respetuosamente en silencio y humildemente ponían atención mientras que la Palabra de Dios era leída y explicada, Nehemías 8:1-8. ¡Qué lección para nosotros que nos cansamos y nos impacientamos por un semón de 30 minutos!

Dios no manda ponernos de pie cuando Su Palabra está siendo leída o predicada, pero ciertamente necesitamos mostrar respeto cuando estamos sentados.

Quinto, debemos orar por el predicador seria y sinceramente a medida que él entrega el sermón, y especialmente durante la invitación para que de esa manera el inconverso sea salvo.

Sexto, después del servicio, debemos regocijarnos de que la Palabra de De Dios ha sido predicada, ¡y tener compañerismo con el pueblo de Dios!


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